Si de una forma continuada notamos serias dificultades para realizar nuestras actividades cotidianas, como leer, escribir, planchar, dibujar, ver la televisión, conducir un coche o trabajar en un ordenador, es muy probable que tengamos algún defecto visual refractivo. Estas anomalías ópticas (que nos son enfermedades), por muy pequeñas que sean, provocan un malestar importante que puede llegar a ser desproporcionado si lo comparamos con la pequeña anomalía refractiva (miopía, hipermetropía o astigmatismo) que lo causa.
Si tenemos cualquier problema visual, debemos acudir a la consulta de un óptico-optometrista, un profesional de la visión que, tras un completo y adecuado examen visual, prescribirá la compensación óptica más adecuada en cada caso, una solución que sin duda resultará fundamental para la óptima evolución y desarrollo, tanto personal como social, del afectado.
En muchas ocasiones la córnea, el cristalino y la retina funcionan perfectamente de manera independiente, pero no así en conjunto, como un equipo, y la imagen termina enfocándose en un punto equivocado de la retina, que está situada en la parte posterior del ojo y es la encargada de recibir la luz en perfectas condiciones y transmitirla al cerebro. A veces, por pequeñísimas deficiencias ópticas de esas estructuras oculares, esa imagen aparece delante o detrás de la retina, en vez de justo sobre ella. Cuando esto sucede no debemos asustarnos ni preocuparnos en exceso, ya que resulta muy habitual en nuestra especie y sólo significa que necesitamos la utilización de unas gafas o unas lentes de contacto para ayudar a que las imágenes que provienen de nuestro entorno se enfoquen correctamente sobre la retina.
Los defectos refractivos más habituales son la miopía, la hipermetropía, el astigmatismo y la anisometría. En un ojo normal (denominado emétrope) los rayos de luz quedan enfocados exactamente sobre la retina, percibiendo el cerebro una imagen nítida.
Anisometría. La anisometría es la presencia de una diferencia significativa en el número de dioptrías de un ojo respecto al otro, habitualmente de más de 2 dioptrías.
Miopía. En la miopía el foco queda un poco por delante de la retina porque la córnea es demasiado curva o porque el ojo es un poco más largo de lo normal.
Hipermetropía. En la hipermetropía la imagen se enfoca en un plano hipotético detrás de la retina, bien porque la curvatura de la córnea sea algo más plana o porque el ojo sea más corto de lo normal.
Astigmatismo. En el astigmatismo existe una curvatura desigual de la córnea o el cristalino, y las imágenes se enfocan en diferentes planos de la retina.
La miopía, como hemos visto, es un defecto visual muy frecuente debido a que el enfoque de las imágenes se realiza un poco por delante de la retina.
La miopía suele desarrollarse en la época escolar, y suele estabilizarse hacia los 20 años de edad; hasta ese momento, puede desarrollarse muy rápidamente y requerir frecuentes cambios de gafas o lentes de contacto.
Un número muy alto de escolares presenta una disminución de su agudeza visual, y este porcentaje es aún más elevado entre los adolescentes con el mismo problema.
"Afecta a unos 70 millones de habitantes de la Unión Europea..."
"... y a cerca del 25% de la población española."
"Sufren miopía el 80% de los niños en edad escolar."
La miopía de desarrolla en algunos niños durante su edad escolar, ya que su sistema visual no puede soportar el esfuerzo que se les exige en trabajos de visión próxima. Así, como consecuencia, pierden agudeza visual de lejos.
Mientras que la hipermetropía, en algunos casos, es más difícil de descubrir, la miopía es fácil de detectar, ya que la persona miope no ve bien de lejos, y guiña los ojos para poder enfocar imágenes lejanas con nitidez. Los padres y profesores son los que antes detectarán y descubrirán si un niño es miope.
Solamente pueden curarse las enfermedades, y la miopía, en sí misma considerada (si no es patológica), no es una enfermedad, y por eso no se cura, sino que se compensa con lentes. Aunque existen determinadas miopías susceptibles de ser controladas, siempre que el profesional de la visión realice la evaluación, el seguimiento y el tratamiento correspondientes.
La prevención de la miopía en la edad escolar pasa por la visita periódica a los gabinetes de los ópticos-optometristas, y una óptima y adecuada ergonomía visual (iluminación, mobiliario, colores, etcétera) en habitaciones infantiles, aulas y locales cerrados.
Como ya sabemos, en el ojo miope las imágenes se forman antes de que la luz incida en la retina, debido a que el ojo miope es demasiado largo, por lo que éstas se perciben borrosas, pero también puede suceder que el cristalino (la lente que se encuentra dentro del ojo) tenga una distancia focal demasiado corta, con el mismo resultado.
Hay estudios que parecen demostrar que existe una clara predisposición genética a ser miope, aunque también puede suponerse a la existencia de una relación directa entre el desarrollo habitual de trabajos que exigen visión de cerca (estudiar, coser, leer, trabajar con el ordenador…) y este defecto de refracción.
Por lo general, la miopía aparece y evoluciona en la etapa escolar, y suele estabilizarse hacia los 20 años. Hasta esa edad la miopía puede desarrollarse rápidamente y requerir frecuentes cambios de graduación, bien en gafas o lentes de contacto.
La miopía está relacionada sobre todo con factores genéticos, y en la actualidad no existe ninguna fórmula, ni optométrica, ni farmacológica ni quirúrgica para lograr influir en su desarrollo. Es importante destacar que a partir de los 21 años aproximadamente la miopía se estabiliza, y no evoluciona más.
Lo que sí se puede conseguir a cualquier edad, con el control y el seguimiento adecuados por parte de un profesional, es una óptima agudeza visual para la práctica de cualquier actividad, bien mediante la utilización de gafas, bien de lentes de contacto.
Existen cuatro clases de miopía, según el número de dioptrías que se tengan:
Miopía simple: Es la más frecuente, y se detecta al principio de la edad escolar.
Miopía nocturna: Aparece en condiciones de baja iluminación ambiental, y puede afectar a personas miopes o no miopes.
El ojo tiene dificultades para detectar pequeños detalles, así que la pupila se dilata buscando recoger más luz, debido a esto, su diámetro aumenta, evidenciando un exceso de curvatura que posee el sistema ocular.
Miopía magna o patológica: Está estrechamente relacionada con factores genéticos, y en ella se presenta un crecimiento anormal del ojo. Es muy rara (del 1% al 4% del total de miopes, según las zonas geográficas), y de grado muy elevado. A menudo se relaciona con anomalías oculares más o menos graves, y existe poca mejora en la agudeza visual a pesar de utilizar lentes compensadoras.
Miopía de índice: Es también muy rara, y está relacionada con cambios significativos en la densidad de los medios y estructuras oculares.
No existe ningún estudio científico riguroso que demuestre de forma fehaciente que la realización de ejercicios visuales mejore la visión en los miopes o logre detener la progresión de la miopía. La mejor medida es utilizar una compensación óptica adecuada y ajustada en todo momento a nuestro defecto de refracción.
Los síntomas de una miopía normal se basan esencialmente en una disminución de la agudeza visual de lejos (dificultad en la escuela para leer en la pizarra, o los carteles de publicidad, por ejemplo), mientras que la visión de cerca es normal, o incluso superior a la normal.
También puede darse una disminución de la agudeza visual de lejos por realizar un intenso trabajo de cerca, que en ocasiones se considera una miopía, pero que en realidad es un problema de acomodación unido a un mal rendimiento visual.
Los síntomas que pueden observar padres y educadores son los siguientes:
Según los niveles de actividad laboral y de ocio de cada persona, y en función de los resultados de los exámenes visuales y oculares que se le practiquen, el óptico-optometrista puede prescribir gafas o lentes de contacto.
También, en caso de que así lo deseemos, el tratamiento de la miopía puede pasar por una intervención de cirugía refractiva con láser. En este caso deberemos someternos a las pruebas específicas, antes y después de pasar por el quirófano, en una clínica oftalmológica especializada en este tipo de intervenciones.
En todo caso, la corrección óptica de la miopía es fundamental no sólo por comodidad, sino también para lograr una mejora en nuestra calidad de vida, una mayor eficacia en nuestro puesto de trabajo, la puesta en práctica de cualquier actividad de ocio y deporte, así como el desarrollo de aquellas acciones en las que está en juego la seguridad, como la conducción de automóviles, en las que llevar gafas o lentes de contacto resulta esencial.
La hipermetropía es un defecto de refracción por el cual, con la acomodación relajada, las imágenes que proceden de los objetos que nos rodean quedan enfocadas “detrás” de la retina. Y ¿Qué sucede cuando se observa un objeto cercano? Pues que los rayos luminosos entran en el ojo de forma divergente, es decir, que la imagen se formará aún más lejos de la retina, y en consecuencia, la visión será aún más borrosa.
Debemos entender que una persona hipermétrope no tiene por qué tener buena visión de lejos y borrosa de cerca, ya que podría darse el caso de que pudiera conservar una acomodación suficiente como para mantener una visión más o menos nítida a cualquier distancia, debido a un esfuerzo suplementario de los músculos ciliares.
El óptico-optometrista, después de tener en sus manos los datos aportados por el examen visual realizado, prescribirá la solución optométrica más idónea para tu caso en particular, que será siempre con lentes convexas (de aumento o positivas), con el objetivo de reducir el estrés visual y esos dolores de cabeza resultantes tan molestos.
Debemos destacar que si eres hipermétrope y tienes una óptima compensación con lentes verás con una mayor nitidez y sin fatiga ocular incluso durante periodos de lectura o trabajo de cerca prolongados.
Si somos hipermétropes, mantendremos un importante esfuerzo ocular para poder ver con nitidez en la distancia, pero haremos un esfuerzo aún mayor para conseguir mantener la atención visual mientras realizamos una actividad en visión próxima, como leer, cose o escribir. El esfuerzo producido por los ojos hipermétropes causa fatigas visuales, tensión e incomodidad.
Por lo tanto, y en líneas generales, un hipermétrope sin compensación óptica alguna sentirá en la mayoría de los casos una animadversión al estudio, manifestando algunos trastornos denominados astenópicos (dolores de cabeza, fatiga visual y general, pereza en la lectura, sensación de picor, escozor o enrojecimiento ocular, irritabilidad, nerviosismo, etcétera) durante cualquier tipo de actividad que requiera visión próxima continuada.
Es una condición en la cual la córnea está curvada de forma asimétrica, ocasionando una visión desenfocada. Debemos tener en cuenta que en las personas que tienen una visión normal (emétropes), al igual que ocurre en miopes e hipermétropes, la córnea permanece esférica. Sin embargo, en aquellas que se ven afectadas por astigmatismo no se da esta circunstancia.
Una córnea con astigmatismo tendría la misma forma que medio balón de rugby, mientras que otra córnea sin astigmatismo sería como medio balón de fútbol.
El astigmatismo es una condición muy común, ya que más del 90% de las personas lo tienen, y la causa de su aparición es todavía desconocida. Generalmente se presenta desde el nacimiento, y puede existir independientemente o acompañar a otro defecto visual, como la miopía o la hipermetropía. Un grado menor de astigmatismo se considera normal, y no requiere corrección.
Si tienes problemas visuales relacionados con el astigmatismo, vengo o no acompañado de miopía o hipermetropía, debes acudir inmediatamente a una revisión optométrica de tu salud visual. Tu óptico-optometrista comprobará si el astigmatismo es o no fisiológico; si no lo es, prescribirá inmediatamente el mejor tratamiento: si el astigmatismo es regular, con gafas o lentes de contacto; y si es irregular y corneal, preferentemente con lentes de contacto.
Si es un astigmatismo de carácter acomodativo, el tratamiento que se llevará a cabo se basara en solucionar la anomalía de la visión binocular de que se trate mediante la utilización de técnicas y programas específicos de entrenamiento visual.
Si es producido por alteraciones corneales, es importante la detección precoz, por lo que resulta fundamental la visita al óptico-optometrista.
Existen cinco tipos de astigmatismos:
Inverso: Habitual en personas de avanzada edad.
Oblicuo: El eje se encuentra inclinado (no específico)
Acomodativo: Su signo fundamental es su diferente orientación y cantidad en visión lejana y en visión próxima. Suele ir unido a disfunciones leves de la visión binocular.
Irregular: Este astigmatismo es el más difícil de compensar. Se origina, en la mayoría de los casos, por alteraciones corneales o perturbaciones del cristalino.
Directo: Es muy común en personas jóvenes, y es también el más habitual.
Desde el punto de vista de la evolución de nuestro defecto de refracción, no hay diferencias.
El uso de gafas no está reñido con el de las lentes de contacto, ya que los usuarios de estas últimas están obligados a poseer también gafas graduadas para que el ojo descanse cada cierto tiempo. Sin embargo, la calidad óptica y, en definitiva, la corrección visual que se consigue con lentes de contacto es superior a la que se alcanza con las gafas. Esta diferencia es más marcada cuando mayor sea el defecto de refracción.
Por otro lado, las lentes de contacto, por su comodidad, se pueden utilizar para la realización de cualquier actividad: prácticas deportivas, estudios, trabajo, ocio, etcétera.
También son muy recomendables para conducir, ya que mejoran la agudeza visual y amplían el campo de visión.
En todos los casos en los que se plantea el uso de lentes de contacto es imprescindible un estudio previo de las características del ojo que asegure no sólo una buena adaptación de las lentes, sino la ausencia de efectos adversos.
Por último, la cirugía refractiva no deja de ser una intervención más de cirugía estética, ya que su único fin es cumplir los deseos del paciente con un defecto visual que, por múltiples motivos, quiere alejarse de la utilización de gafas o lentes de contacto. Resulta una solución tan válida como el uso de gafas o lentillas, pero hay que tener en cuenta que, por diversas características anatómicas o fisiológicas de nuestros ojos, no todos somos aptos para pasar por cirugía láser. Además, esta intervención cuenta con los inconvenientes y riesgos propios de cualquier tipo de cirugía. Si estamos decididos, es recomendable una buena selección del centro donde vayamos a operarnos, comprobando la adecuada experiencia de sus especialistas en este tipo de intervenciones.
El astigmatismo leve no suele producir ningún síntoma, pero cuanto mayor es el astigmatismo mayor es la distorsión de las imágenes que observamos tanto de cerca como de lejos. Si el astigmatismo es muy elevado, puede afectar seriamente la visión, lo que es de suma importancia desde el nacimiento hasta los diez o doce años, etapa en la que ésta se desarrolla. Si el astigmatismo es alto y no se compensa precozmente, se corre el riesgo de que el niño pueda sufrir una ambliopía u ojo vago.
Los niños pequeños que tienen astigmatismo en ocasiones fruncen el entrecejo, bizquean o no se acercan mucho a los objetos, para de ese modo contraer la pupila y obtener una imagen más clara. Incluso pueden girar o inclinar la cabeza.
Esta actividad inusual es la que conduce a una fatiga ocular o a los dolores de cabeza.
Para las personas que sufren de astigmatismo, todos los objetos, tanto los cercanos como los distantes, se ven distorsionados. Las imágenes se difuminan y empañan. La sensación es similar a la distorsión visual producida al observar a través de un vidrio ondulado o esmerilado. Esta falta puede ser contrarrestada con un esfuerzo acomodativo del ojo provocando molestias como dolores de cabeza, enrojecimiento ocular, malestar en la nuca, sensación de arenilla en los ojos, mareos, vicios posturales, problemas para el cambio de visión lejos/cerca y viceversa, picos y escozor de ojos, etcétera.
Solamente se pueden curar las enfermedades, y ni la miopía, la hipermetropía ni el astigmatismo son enfermedades. Por eso no se curan, sino que se compensan con elementos ópticos (lentes). Las lentes graduadas, bien en gafas o lentes de contacto, las recomiendas y prescriben ópticos-optometristas después de un completo y minucioso examen visual de cada paciente.
La presbicia, también denominada popularmente como vista cansada, no puede considerarse un defecto refractivo ni por supuesto una enfermedad ocular. Es simplemente un defecto fisiológico, no patológico, que comienza a parecer cuando se llega a una determinada edad, alrededor de los 41 años.
Científicamente, la presbicia es un estado refractivo en donde la capacidad de acomodación (el enfoque) del ojo se muestra insuficiente para realizar cualquier tipo de actividad en visión próxima, como leer o escribir, si no se recurre a la ayuda de unas lentes compensadoras adecuadas.
Músculo ciliar: Al llegar a una determinada edad el músculo filiar, al igual que el resto de los de nuestro cuerpo, va perdiendo elasticidad y haciéndose menos potente.
Cristalino: Al mismo tiempo, el cristalino, se va haciendo también menos flexible, con lo cual la capacidad para acomodar y, por lo tanto, para ver bien de cerca, va disminuyendo paulatinamente.
La presbicia afecta por igual a miopes e hipermétropes, pero suele aparecer antes en estos últimos. Además, como es un problema relacionado con la edad, afecta también a aquellos que nunca han utilizado gafas o lentes de contacto. La aparición de la presbicia no debe ser motivo de preocupación, pues, como ya hemos dicho, se trata de una condición natural netamente fisiológica.
La presbicia comienza a manifestarse aproximadamente entre los 40 y los 42 años, y sus síntomas iniciales son muy claros: hace falta separarse de los que estamos leyendo o de la tarea que estamos realizando, por eso, la presbicia se conoce como “el síndrome de los brazos largos”, y necesitamos cada vez más luz para leer o realizar cualquier actividad en visión próxima.
Sobre la compensación con gafas o lentes de contacto de la presbicia hay que hacer alguna precisión: hay personas que son reacias a utilizar las gafas de cerca por primera vez, aduciendo que si se acostumbran a ellas la progresión de la presbicia es mucho más rápida y ya no pueden soltar ni un segundo sus lentes correctoras. Esta afirmación no es más que uno de tantos mitos relacionados con la salud. Lo que sucede es que una vez que la presbicia se pone de manifiesto, su avance es “implacable” y la visión de cerca empeora paulatinamente con el paso de los años, se usen o no se usen lentes compensadoras, con el agravante de estar haciendo un esfuerzo suplementario que el ojo ya no está en disposición de soportar. También sucede que el cerebro humano es sumamente sabio y una vez que comprueba que con gafas puede ver mucho mejor, luego es difícil “convencerle” de los contrario.
Lo más recomendable es la utilización de unas gafas o lentes de contacto; con ello tendremos una mayor calidad de vida y nuestro rendimiento visual será óptimo.
Todos debemos ser conscientes de la importancia que tiene la adecuada compensación de la presbicia o “vista cansada” a partir de los 40 años. Debemos tener en cuenta que un 7% de los españoles que sufren presbicia nunca se ha revisado la visión en centros sanitarios especializados, un datos importante si tenemos en cuenta que un importante grupo de personas pueden tener serios problemas visuales sin saberlo o aceptarlo. Esto supone que un alto porcentaje de la población tiene problemas en la realización de tareas sencillas y habituales, como leer un libro, cocinar, o incluso conducir un automóvil, con los riesgos que esto puede conllevar para su calidad de vida y su salud.
Actualmente, el mejor tratamiento para la compensación óptica de la presbicia es puramente óptico. Después de un examen visual específico, el óptico-optometrista te recomendará la mejor solución para cada caso. En el mercado existen varios tipos de lentes (cristales) para cada una de las necesidades y estilos de vida de las personas con vista cansada.
Es fundamental, a la hora de pasar una revisión visual, informar claramente al especialista de cuáles son nuestras principales necesidades en visión cercana (si leemos mucho, si trabajamos durante varias horas seguidas con el ordenador, etcétera) pues nuestras actividades pueden influir en el tipo de compensación que el óptico-optometrista nos recomiende.
Cristalino: Al mismo tiempo, el cristalino, se va haciendo también menos flexible, con lo cual la capacidad para acomodar y, por lo tanto, para ver bien de cerca, va disminuyendo paulatinamente.
Las lentes trifocales sirven para cubrir la visión de cerca, lejos o intermedia. Es difícil adaptarse a ellas y se nota igualmente la división entre las zonas ópticas.
La adaptación a unas lentes progresivas puede ser algo más larga que unos bifocales, aunque el resultado final compensa este periodo adaptativo.
La visión binocular es una capacidad innata del hombre que lo faculta para ver el mundo que le rodea en tres dimensiones, otorgándole una peculiar destreza para calcular mentalmente las distancias que le separan de los objetos y situarse en el espacio, por lo que resulta sumamente importante para su calidad de vida.
Para que los dos ojos están sincronizados en sus movimientos y en todas sus posiciones se requiere principalmente que ambos tengan la misma visión y capacidad acomodativa (enfoque).
Los seis músculos que mueven cada ojo deben trabajar juntos de una forma coordinada; si esto se cumple, cada uno de nosotros ostentará una buena visión binocular (en tres dimensiones) y una gran percepción de profundidad.
Con el trabajo de ambos ojos de manera conjunta, el cerebro fusionará en una imagen única las procedentes de los dos, logrando con ello una única imagen en tres dimensiones. Si los ojos no miran exactamente en la misma dirección, la visión binocular es imposible.
Las anomalías de la visión binocular son aquellos desórdenes visuales que causan dificultades en la coordinación motora o sensorial de los ojos; en síntesis, estas anomalías son incapacidades o dificultades de poder dirigir ambos ojos a un punto determinado (convergencia).
Si convergen delante de ese punto, se denomina exceso de convergencia.
Si convergen detrás de ese punto, insuficiencia de convergencia.
Si tienen dificultades para mantener la convergencia, visión binocular ineficaz o inestable.
Una característica común a todos los problemas específicos de la visión binocular es que siempre vienen asociados a problemas acomodativos. Desde hace más de 100 años, los profesionales ópticos-optometristas constataron que una parte de los problemas llamados científicamente “astenópicos” (dolores de cabeza, mareos, incapacidad de fijar la atención sobre la lectura durante un tiempo prolongado, visión doble, vértigos anormales, etcétera) venían asociados a problemas de la visión binocular. Después de haber estudiado en diversas ocasiones esta peculiar característica, comenzaron a utilizar en dichos pacientes las mismas técnicas optométricas que se utilizaban en aquellos momentos en personas con estrabismos.
El resultado fue asombroso, ya que, según queda reflejado en algunas publicaciones - como los “Archivos de la Academia Americana de Optometría”, “el Journal of the American Optometric Association”, o el “American Journal of Optometry and Physiological Optics” -, cerca del 70% de dichos pacientes lograron una solución eficaz a sus molestias.
Se logran detectar por los problemas astenópicos citados anteriormente y por un bajo rendimiento, principalmente al realizar determinadas tareas en visión próxima como leer, escribir, coser, planchar, etcétera.
Estos problemas visuales podrán ser relativos, ya que debemos tener en cuenta la edad de desarrollo de cada niño en particular.
Los síntomas que podemos observar en los niños con problemas binoculares:
Estudios científicos realizados por ópticos-optometristas han mostrado la gran importancia que tiene el desarrollo psicomotor en la evolución de la visión binocular. Estos estudios mostraron que una gran parte de los niños con problemas binoculares (de convergencia) no habían cubierto de manera suficiente las etapas de desarrollo correspondiente al arrastre por el suelo y el gateo.
Es aconsejable evitar la alteración del normal desarrollo psicomotor del niño. Instrumentos de uso cotidiano y tradicional en la infancia, como el “parque” y el “taca taca” usados en exceso, pueden ser los principales causantes de una alteración de las etapas de este desarrollo, ya que obligan al bebé a mantener una posición estática y erguida antes de tiempo, en lugar de tener un estrecho contacto con el suelo, libertad de movimientos y una mayor facilidad de desplazamiento que le permitan explorar y conocer su entorno.
La evolución de los problemas binoculares se produce por las exigencias que marca la sociedad actual. El desarrollo de dichas anomalías viene dado en muchas ocasiones por el mantenimiento de trabajo en visión de cerca. Así pues, la escolarización, el estudio constante, los hábitos de lectura, la utilización excesiva de ordenadores, así como el mismo entorno y el ambiente (mobiliario, iluminación, vicios posturales…), pueden repercutir en el desarrollo de disfunciones binoculares.
Para problemas relacionados con la visión binocular, los tratamientos que establezca el óptico-optometrista siempre irán acompañados de un completo y específico estudio de cada caso en particular, ya que no todos tenemos las mismas estructuras orgánicas, vivimos en los mismo ambientes, poseemos los mismos hábitos de vida, realizamos los mismos deportes o disfrutamos de los mismos entretenimientos en el tiempo de ocio.
Aunque el tratamiento será el que el óptico-optometrista determine como más oportuno, para los tres desórdenes binoculares más comunes y de manera general:
Insuficiencia de convergencia. La mejor terapia es el entrenamiento visual (fortaleciendo con determinados ejercicios la musculatura ocular y desarrollando paulatinamente la habilidad para dirigir exactamente nuestros ojos sobre el objeto que deseamos ver). El entrenamiento se basa en programas específicos prescritos y dirigidos por ópticos-optometristas. También se pueden utilizar gafas con lentes especiales (prismas) para que realicen la función binocular que no pueden hacer los ojos.
Exceso de convergencia. El óptico-optometrista, después de realizar las pruebas pertinentes, determinará las causas del exceso de convergencia para, posteriormente, prescribir el tratamiento más adecuado y que suele consistir en compensaciones ópticas, como gafas, lentes de contacto, y/o entrenamiento visual. Es muy probable que el entrenamiento que aconseje el profesional de la visión venga acompañado de algunos cambios específicos en el entorno donde el paciente realiza sus tareas en visión próxima (cambios en la iluminación, posturas inadecuadas al leer o al escribir, costumbres, mobiliarios, etcétera).
Visión binocular ineficaz. Al ser un problema relacionado con la debilidad de la función visual, el óptico-optometrista determina las causas y prescribe el tratamiento más adecuado para fortalecer las habilidades binoculares. La solución, al igual que sucede en las anteriores anomalías, pasa por la utilización de gafas, lentes de contacto, y/o entrenamiento visual.
Normalmente, la visión del bebé recién nacido es borrosa, ya que las células visuales cerebrales se desarrollan en los primeros meses de vida. La visión va mejorando a medida que el bebé crece y aprende a utilizar sus ojos. Ambos ojos trabajan juntos (lo que, como hemos visto, se llama visión binocular) y envían imágenes al cerebro.
El cerebro combina ambas imágenes dando una visión única y clara.
Si por diversos motivos las imágenes que llegan al cerebro son diferentes, éste no prestará atención a la imagen que viene de uno de ellos, con el fin de no tener visión doble, y favorecerá el desarrollo de la visión en el otro.
Esto puede hacer que, en uno de los dos ojos, la visión no evolucione de forma normal, produciendo lo que se llama ambliopía u “ojo vago”. Por lo tanto, resulta fundamental el que la ambliopía se corrija en este periodo, pues se ha demostrado que las células cerebrales que se encargan de la visión que no han sido estimuladas en el desarrollo no pueden recuperarse cuando ya están maduras. En resumen, la ambliopía se produce porque estas células cerebrales que se encargan de la visión de uno de los ojos no se desarrollan por falta de uso.
La ambliopía puede venir asociada a diversos factores, como problemas binoculares, estrabismos y trastornos motores. Debido a esta diferencia de agudeza visual, los ojos no colaboran entre sí y se pierde gran parte de la visión en tres dimensiones.
Si sospecha la existencia de una ambliopía en su hijo, no dude en acudir inmediatamente con él a una consulta optométrica u oftalmológica. También su pediatra, médico de atención primaria, personal de la guardería o un profesor de la escuela pueden haber observado los signos y síntomas de esta anomalía, y sugerirle que lleve a su hijo a un especialista para que le hagan un examen visual y ocular completo. El óptico-optometrista u oftalmólogo puede comprobar la existencia de ambliopía observando cómo sigue el bebé o el niño objetos con la mirada, o bien analizando sus movimientos tras cubrirle uno de los ojos.
Las causas de la ambliopía no están claras. Una ambliopía puede manifestarse por diferentes motivos:
"Envenenamiento por fármacos, alcohol o por el consumo de tabaco (ambliopía tóxica)": Las causas más comunes de la ambliopía son el estrabismo y la anisometropía, aunque muchas de las ambliopías referidas son puramente funcionales, y otras son orgánicas, debidas a anomalías patológicas o anatómicas. Este último tipo de ambliopía es causada por importantes carencias nutricionales en la infancia o envenenamiento.
"Enfermedades (ambliopía por deprivación visual)": Las cataratas congénitas o los problemas de párpados pueden impedir que uno de los ojos se abra por completo y se desarrolle por completo en el niño, provocando una ambliopía.
"Diferencias de visión entre los dos ojos (ambliopía anisometrópica)": Distinta graduación óptica en cada uno de los ojos. Un ojo puede ser más miope, hipermétrope o astigmático que el otro. Estos tres problemas visuales impiden que una imagen se enfoque en la retina correctamente. El cerebro, una vez más, utilizará la imagen del ojo que funciona mejor, e irá anulando progresivamente el otro.
"Error en la graduación de un ojo (ambliopía refractiva)": Por la percepción de imágenes borrosas en uno solo de los ojos por un determinado defecto de refracción, como miopía o hipermetropía mal compensada.
"Un estrabismo (ambliopía estrábica)": El cerebro no puede utilizar imágenes distorsionadas, confusas, provenientes de dos ojos que no están perfectamente alineados. Para que éstas tengan sentido, el cerebro no presta atención a la imagen que capta uno de los ojos, anulándolo progresivamente.
Es importante que todos hagamos un esfuerzo por prevenir esta anomalía visual, ya que en edades tempranas la ambliopía es a menudo tratable. Cualquier niño debe percibir la información que le llega del exterior por ambos ojos y, con cada uno de ellos por separado, cualquier objeto a ciertas distancias. Si esto no fuera así, y tanto padres como educadores sospecharan que un niño tuviera mejor visión por un ojo que por el otro, se deberá acudir al profesional adecuado para que estudie y valore el caso en particular.
La ambliopía se puede prevenir si el especialista de la visión realiza exámenes visuales periódicos al niño, con lo que puede obtener una detección precoz fundamental para la mejor solución del problema. La detección precoz se puede realizar tan sólo después de pasados unos meses del nacimiento y con la incomparable ayuda de la observación por parte de los padres.
En la escuela, la atención de profesores y padres, así como las revisiones visuales periódicas que se suelen realizar en los colegios, son elementos básicos que contribuirán a una reducción del índice estadístico, no sólo ya de ambliopías, sino de todos los problemas visuales y oculares que pueden surgir en la infancia.
No es fácil sospechar o detectar una ambliopía en los bebés, ya que éstos en muchas ocasiones no muestran ningún síntoma de este problema visual, aunque lo lógico es que tengan dificultades para seguir con la vista un determinado objeto en movimiento, ladeen anormalmente la cara o incluso pueda percibirse una leve bizquera.
Los niños mayores con ambliopía se quejan habitualmente de dolor ocular, lagrimeo, picor de ojos, mareos, dolor de cabeza, etcétera. Si en cualquier momento y a cualquier edad sospecha que hay algo anormal en la visión de su hijo, consulte con su óptico-optometrista u oftalmólogo. En la mayoría de los casos, la ambliopía se detecta durante el primer examen visual que se hace a los niños.
En personas mayores, se sospecha que tienen ambliopía cuando no se pueden compensar ni solucionar sus problemas visuales con gafas o lentes de contacto.
Es muy importante tener en cuenta que el tratamiento de la ambliopía despende del tipo de que sea, aunque por regla general podemos decir que cuanto más joven sea el paciente, mayor probabilidad de éxito habrá.
En síntesis, la solución de la ambliopía pasa por entrenar de una manera específica el ojo ambliope para que logre ver nítidamente a cualquier distancia.
El mejor tratamiento para la solución de una ambliopía de tipo funcional es, además de la utilización de lentes compensadoras en gafas o lentes de contacto, un programa de entrenamiento visual, cuyo objetivo sería restablecer con ejercicios específicos las capacidades visuales del ojo ambliope, intentando igualarlas a las del ojo normal. El tratamiento en los niños comienza en general poniéndole un parche sobre el ojo que funciona mejor, estos parches (que también pueden ser unas lentes de contacto opacas) obligan al cerebro a utilizar el “ojo vago”.
Una vez conseguido esto, el programa desarrollará y potenciará las habilidades binoculares que se habían perdido con la ambliopía.
Desafortunadamente no existe un tratamiento eficaz para la ambliopía en los adultos.
Si la ambliopía se detecta temprano y se la trata correctamente, el niño puede desarrollar una visión binocular normal. Si no se trata en los primeros años de vida, todavía podría conseguirse una buena visión del niño con gafas o lentes de contacto. Sin embargo, es posible que la visión del “ojo vago” no sea nunca tan buena como la del ojo normal.
La mayoría de la gente puede trabajar y practicar deportes con un “ojo vago”. Por ejemplo, el jugador de béisbol Babe Ruth o el futbolista inglés Jackie Charlton tenían ambliopía. No obstante, los pilotos de líneas aéreas y militares, los conductores de camiones de larga distancia, bomberos y agentes de la policía, por ejemplo, están obligados por ley a tener una buena visión en ambos ojos.
El estrabismo es una anomalía de la visión binocular relativamente frecuente en la infancia (alrededor del 4% de los niños lo padecen, en mayor o menor grado), y debe ser atendido a tiempo, mientras que en adultos resulta más frecuente por traumatismos, enfermedades y accidentes de tráfico.
Es estrabismo es la pérdida del paralelismo de los ojos. No miran ambos al mismo punto, sino que uno de ellos dirige la mirada al objeto que fija, mientras que el otro se desvía en otra dirección.
Esa desviación de uno de los ojos o ambos puede ser muy llamativa, y entonces constituye un defecto estético importante, pero también se pueden dar casos donde la desviación sea muy pequeña y no se aprecie. Este tipo de estrabismo compensado (o “foria”) puede pasar en ocasiones desapercibido, pero puede crear los mismos problemas de visión que las grandes desviaciones.
Los músculos específicos que controlan cada uno de los movimientos de cada uno de los ojos, denominados músculos extra-oculares, reciben de nuestro cerebro directa y simultáneamente órdenes de movimiento, de tal manera que ambos ojos se dirigen de una forma coordinada a un mismo objeto que se desea mirar. El estrabismo se manifiesta cuando este sistema mecánico tiene un funcionamiento anómalo. Es decir, cuando por algunas causas concretas los ojos no trabajan de forma armónica y simultánea para dirigirse al mismo tiempo a una determinada acción o a un determinado objeto.
La desviación de los ojos puede ser hacia adentro (asotropía), afuera (exotropía), arriba o abajo (hipertropía o hipotropía respectivamente), o una combinación de varias de estas opciones.
El estrabismo comienza en los primeros meses de vida, el bebé no posee una visión nítida ni binocular, estas capacidades las irá adquiriendo a lo largo de su normal desarrollo físico, por lo que existen algunas teorías que apuntan a una interrelación entre las coordinación de los lados de su cuerpo y la de los ojos.
En la mayoría de las ocasiones, los estrabismos se hacen evidentes en los primeros años de vida: un niño con estrabismo convergente adopta unas posturas y realiza unas acciones muy características (espalda algo curvada y pies dirigidos hacia el interior). En el caso de un estrabismo divergente, el niño adoptará las posturas contrarias.
En todos los estrábicos uno de los ojos, llamado dominante, se dirige al objeto deseado del entorno, mientras que el otro se dirige hacia un punto distinto del espacio.
Las consecuencias si el estrabismo no es tratado antes de los 7 o 8 años de edad, el ojo que permanece desviado no podrá recibir la imagen correcta en el lugar apropiado de su retina. Esta anormalidad ocasionará una disminución visual irreversible llamada ambliopía estrábica, y una pérdida de la visión binocular normal.
La mayoría de los casos de estrabismo en los niños tienen una causa desconocida; más de la mitad se presentan al nacimiento o poco después de nacer (estrabismo congénito).
El desequilibrio de los músculos que controlan los movimientos oculares y las alteraciones ópticas como la alta hipermetropía, son sus principales desencadenantes.
Diferentes estudios científicos han demostrado que todas las formas de estrabismo se pueden agrupar en familias. Los hermanos y los hijos de una persona con estrabismo son los que tienen mayores probabilidades de desarrollarlo.
Hay otros casos de estrabismo más específicos que podríamos achacar a ciertos factores o circunstancias psicológicas innatas en el paciente, cuando por ejemplo se da una coincidencia de debilidad orgánica (una posible patología), con conflictos de origen psíquico.
Otras causas de estrabismo son las enfermedades oculares, como afecciones de la retina, del nervio óptico, del cristalino, etcétera; enfermedades generales que afectan a los ojos de forma secundaria, como diabetes, enfermedad tiroidea, miastenia gravis, accidentes cerebrovasculares (ictus), tumores cerebrales etcétera; o bien traumatismos de cráneo o de órbita.
Estrabismo ocasional: Cuando se sufre una fuerte tensión nerviosa, sobre todo en los niños cuando están en periodos importantes de crecimiento, algunos músculos oculares tienden a contraerse o acortarse excesivamente, situación que puede dar lugar a este tipo de estrabismo.
Estrabismo acomodativo: El esfuerzo que debe realizar una persona para enfocar un objeto provoca un estrabismo convergente en un hipermétrope. Este estrabismo hace su aparición, en la mayoría de los casos, en la infancia.
Estrabismo paralítico: Cuando los músculos extra-oculares funcionan deficientemente.
El estrabismo como tal no puede prevenirse, aunque podría suponerse su aparición basado en la herencia genética del afectado. En el futuro, tal vez las investigaciones desarrolladas con biología molecular pueden facilitar la anulación o inhibición de los genes que participan en la posible aparición de los estrabismos congénitos, aunque por ahora no existe ninguna solución de este tipo.
Es muy importante la exploración de las funciones oculares en los primeros días de vida, con el fin de detectar anomalía estrábicas. De esta forma, pueden aplicarse tratamientos que evitarán la progresión de la alteración y posibles complicaciones posteriores.
Así pues, la detección precoz es muy necesaria para lograr que los estrabismos puedan tener el mejor tratamiento y evitar complicaciones por la progresión de la disfunción, sobre todo la ambliopía estrábica.
El trabajo multidisciplinar y coordinado entre diferentes profesiones sanitarias como pediatras, oftalmólogos, neurólogos y ópticos-optometristas resulta fundamental para lamedor solución de los casos de estrabismo.
Este trastorno de la visión binocular tiene como consecuencia no sólo la supresión de las imágenes recibidas por uno de los dos ojos, sino que el ojo no dominante puede llegar incluso a convertirse en un ojo vago (ambliopía).
Según hacia dónde se dirijan los ojos, el estrabismo se divide en:
Estrabismo convergente: El ojo no dominante se desvía hacia adentro. Es el tipo más común de estrabismo en los niños.
Estrabismo divergente: El ojo no dominante se desvía hacia fuera.
Estrabismo divergente: El ojo no dominante se desvía hacia fuera.
Estrabismo vertical: El ojo no dominante se desvía hacia arriba o hacia abajo.
Estrabismo intermitente: No está presente todo el tiempo, sino que aparece tan sólo en algunas ocasiones.
El tratamiento del estrabismo está dirigido fundamentalmente a:
También el tratamiento depende en gran manera del tipo de estrabismo de que se trate. En todos los casos, dicho tratamiento debe estar dirigido por un especialista y el primer punto que se debe tratar es sobre la adecuada compensación de los defectos de refracción que el paciente estrábico pueda tener.
Los bebés no suelen ser considerados estrábicos hasta que no tienen 6 o 7 meses. Pero si perduran los signos del estrabismo pasado ese tiempo, se debe acudir a los especialistas de la visión tan pronto como sea posible con el fin de obtener los mejores resultados. Es muy importante en estos casos la mentalización y trabajo a posteriori de los padres.
En cualquier caso hay que comenzar por la técnica de la oclusión, entre otras, para poder entrenar y mejorar el ojo desviado. También son aconsejables los ejercicios dirigidos por el óptico-optometrista de deslumbramiento retiniano, para que sea estimulada la fijación en la fóvea. En todos los casos de estrabismos es muy necesaria la constancia y la regularidad para conseguir llevar a buen término el programa de reeducación visual.
Si llegara el caso, se recurrirá a tratamientos farmacológicos (infiltración de toxina botulínica que actúa paralizando los músculos oculomotores) e incluso a la cirugía por parte del oftalmólogo, acompañada generalmente con un algún entrenamiento visual que ayude a desarrollar la fusión y la visión en tres dimensiones (estereopsis).
El alineamiento de los ojos puede lograrse con cirugía en el 80% de los casos. No obstante, si se detecta el estrabismo precozmente, la mayoría puede llevarse a cabo mediante corrección óptica en gafas, oclusiones con parches y ejercicios musculares. La intervención quirúrgica (únicamente por una mejora estética) se reserva en los casos en los que el ángulo de desviación del ojo lo exige.
Las gafas son el complemento sanitario necesario para la compensación de defectos de refracción como la miopía, la hipermetropía, el astigmatismo y la presbicia. Son un elemento habitual en nuestro tiempo, y una prueba de ello es que en los países desarrollados más de la mitad de la población utiliza gafas o lentes de contacto.
Sin embargo, las gafas no sólo son necesarias para corregir estos defectos de la visión, sino también para compensar la reducción de eficacia que con la edad experimenta el cristalino (presbicia). En esta situación se necesitan unas gafas de cerca, provistas con lentes convergentes.
También es importante destacar que un gran número de personas intervenidas quirúrgicamente de cataratas a las que les ha sido colocada una lente intraocular debe igualmente usar unas gafas para visión de cerca, o bien para compensar el astigmatismo que ha podido provocar la operación.
Miopía Si es miope, el defecto refractivo puede compensarse con unas gafas provistas de lentes divergentes.
Entonces las imágenes que proceden del entorno se desvían ligeramente al atravesar las lentes, encontrándose exactamente en un plano sobre la retina.
Hipermetropía Si el globo ocular es demasiado corto y se es hipermétrope, el problema visual se ha de compensar con ayuda de unas lentes convergentes, de manera que también aquí la imagen vaya a situarse sobre la retina.
Astigmatismo Para corregir el astigmatismo se emplean cristales cuya curvatura se compone de una superficie esférica y otra cilíndrica, que complementan ópticamente el cristalino, haciendo que trabaje como si tuviera una forma esférica perfecta.
Las gafas o lentes de contacto pueden adaptarse a una edad muy temprana, y por ello los ópticos-optometristas tienen la responsabilidad de orientar de manera adecuada a los padres y a los mismos niños sobre sus gafas, lentes de contacto y complementos más convenientes, así como acerca de los cuidados visuales necesarios. De la atención que se ponga desde los primeros años en la salud visual de los niños dependerá la visión eficaz de los adultos del mañana.
Lo más importante es la adaptación de unas lentes de calidad, a ser posible de policarbonato, el material más recomendable para unas gafas infantiles, tanto por su durabilidad y su altísima calidad óptica como por su resistencia a golpes y rayados.
Después, la edad, la forma de la cara, la distancia interpupilar, el tamaño del puente y la distancia entre el frente y la varilla son los factores anatómicos más importantes que se deben tener en cuenta a la hora de buscar unas gafas adecuadas para los niños.
No tendrás prácticamente ningún problema de adaptación si utilizas unas gafas y tienes una graduación baja, tanto si es de miopía como hipermetropía, con una buena visión binocular (utilización conjunta y coordinada de ambos ojos a la vez). En poco tiempo te acostumbrarás a llevarlas puestas, y desde ese momento será un producto indispensable en la realización de tus labores cotidianas.
Ahora bien, si tienes una graduación alta (muchas dioptrías), puede que necesites un determinado periodo de adaptación, aprendiendo de nuevo a coordinar perfectamente el movimiento de la mano y el de la cabeza con el de los ojos, y readaptando paulatinamente las percepciones del cerebro a la nueva realidad que las lentes graduadas nos brindan, ya que todo se verá de distinta manera a lo que estabas habituado antes de ponerte las gafas. El cerebro, poco a poco, comenzará a asumir las nuevas percepciones como las auténticas, te sentirás cada vez más cómodo con las nuevas gafas, las comenzarás a echar de menos cuando las necesites, y entonces el periodo de adaptación habrá concluido. Este proceso, por lo general, no suele durar más allá de las 2 o 3 semanas.
En cualquier caso, si pasado ese tiempo continuases con problemas de índole visual o astenópicos (mareos, vértigos…) quizás tus lentes necesiten un pequeño reajuste para conseguir poco a poco que su uso te sea tan cómodo como eficaz.
Las gafas son el tratamiento para anomalías visuales más antiguo que se conoce. Hoy en día su uso va en función de las expectativas de tratamiento que observe el óptico-optometrista, y no sólo son utilizadas para compensar un determinado defecto de refracción como miopía, hipermetropía o astigmatismo, sino que también se utilizan como elemento preventivo, sobre todo en determinados tipos de miopía, disfunciones acomodativas y problemas de la visión binocular.
En unas gafas tan importante es el tipo de lente como las prestaciones y tratamientos ópticos que debe llevar (como el antirreflectante, ya que al disminuir al máximo los reflejos estas lentes eliminan deslumbramientos e incrementan el contraste; los coloreados especiales; los filtros ultravioleta, etcétera), según el uso que se le vaya a dar. No es lo mismo la utilización que pueda darle a unas gafas una persona jubilada que el uso que pueda hacer de las mismas un estudiante al que le gustan los deportes de invierno. Su óptico-optometrista estudiará el caso en cuestión y aconsejará la mejor solución posible. Por supuesto, también será importante el tamaño y la forma de la montura no sólo por la estética o por nuestro trabajo y aficiones, sino también para que se consiga igualmente una visión cómoda y eficaz.
La constante evolución hace que las lentes de hoy hayan mejorado considerablemente tanto en calidad como en estética, y sobre todo en el peso.
Las lentes reducidas (de poco espesor y peso) han supuesto una ventaja muy importante. Estas lentes han resuelto el problema de la presbicia y han hecho casi desaparecer todas las demás existentes con anterioridad. La aceptación por parte del usuario es prácticamente del 90%, y son cada vez menos los casos de inadaptación. Su evolución y desarrollo las han convertido en un producto necesario para la vida de la gran mayoría de las personas mayores de 50 años.
Como el astigmatismo es una condición óptica del ojo en la cual la imagen que proviene de nuestro entorno queda enfocada en distintos planos de la retina (si tenemos astigmatismo, nuestra córnea tiene la forma de medio balón de rugby, en lugar de medio balón de fútbol), es posible que en los casos de alta graduación astigmática el paciente recién compensado pueda sufrir vértigos o mareos durante unos pocos días, hasta que el cerebro se acostumbre a la nueva “manera de ver”. Al principio tal vez percibas que los objetos que te rodean están como deformados, aunque los verás con mayor nitidez con las lentes tóricas (que son las que compensan el astigmatismo).
Hace unos años, las únicas lentes de contacto válidas para compensarlo eran las rígidas permeables a los gases (RGP). Actualmente también se emplean las lentes blandas tóricas. Sin embargo, en casos severos se prescriben las RGP o las gafas.
En función de la severidad y del grado de astigmatismo, también es posible corregirlo mediante cirugía refractiva.
En la actualidad, además de compensar defectos refractivos, las lentes también se utilizan como elemento preventivo, sobre todo en determinados tipos de miopía, disfunciones acomodativas y anomalías de la visión binocular, por lo que la buena salud visual y ocular del usuario, la carencia de problemas astenópicos, como dolores de cabeza, de cuello, mareos, vértigos…, y sobre todo la eficacia visual en toda circunstancia, vendrán relacionados directamente con la calidad óptica de las lentes que utilicemos. Si decidimos, por cualquier motivo (sobre todo el económico), comprar unas gafas “baratas” para solucionar nuestro problema visual en cualquier establecimiento no autorizado legalmente para su comercialización, debemos saber que nuestra salud y nuestro óptimo rendimiento en el desarrollo de cualquier actividad cotidiana corren un serio riesgo.
No olvidemos que tan importante es el tipo y calidad de las lentes que utilicemos como las prestaciones y tratamientos ópticos que éstas deben llevar, por ejemplo antirreflectante, filtros contra la radiación ultravioleta, coloreados especiales, etcétera, según el uso que las vayamos a dar. No es lo mismo la utilización que pueda dar a unas gafas una persona jubilada en una ciudad, que un agricultor de mediana edad o un joven estudiante a quien le gusta practicar el deporte, aunque el defecto de refracción en los tres casos sea el mismo y de igual potencia (dioptrías). El óptico-optometrista estudiará cada caso en cuestión y recomendará la mejor solución posible según las actividades de cada uno de ellos. Por supuesto, también será muy importante el tamaño y la forma de la montura, por estética, por eficacia en nuestro rendimiento laboral y por la óptima realización de nuestras aficiones.
Las lentes progresivas son la mejor solución para la presbicia o “vista cansada”. Las progresivas permiten al usuario ver bien a cualquier distancia, tanto de cerca como de lejos, y en las zonas intermedias, y todo con un simple movimiento de ojos, como si nuestras lentes supiesen en todo momento qué es lo que deseamos ver de forma nítida sin necesidad de cambiar de gafas, cubriendo todas las distancias al alcance de nuestra mirada y evitando los molestos saltos de imagen existentes cuando usamos unas lentes bifocales.
La clave de la eficacia de una lente progresiva está en su diseño y fabricación. La zona llamada de “transición” entre la graduación para la visión de lejos y para la de cerca es la reservada a la visión intermedia y, en la actualidad, ese paso de una distancia a otra se lleva a cabo con una gran suavidad, de forma casi imperceptible para nuestros ojos. De esta forma, la adaptación del présbita a unas lentes progresivas es casi segura, mejorando con esta opción su calidad visual.
Además de su alta tecnología de fabricación, las lentes progresivas también son la prescripción más recomendable para cuidad de nuestra estética, ya que son ligeras, carecen de la línea de separación entre graduaciones (lejos/cerca), pueden adaptarse a los tipos de montura más modernos y sofisticados y, al igual que las demás lentes, pueden recibir tratamientos antirreflectantes, de endurecimiento, filtro ultravioleta, etcétera.
Junto con las gafas, tu óptico-optometrista te suministrará una gamuza especial para limpiar las lentes y la montura. El mejor cuidado que puedes darles es limpiándolas cada día con esa gamuza seca y suave. Por regla general, la lentes fabricadas en la actualidad suelen contar con tratamientos de endurecimiento y antirrayado; en estos casos si la montura es de material plástico, y siempre siguiendo el consejo de tu óptico-optometrista, puede ser conveniente lavarlas con agua tibia y jabón neutro; a continuación tras el aclarado, sécalas con un paño fino.
En el caso de contar con una montura metálica, no utilizaremos nunca substancias abrasivas, ya que podrían deteriorar la superficie del metal y, lo que es más importante, provocar que nuestra piel sufra alguna reacción alérgica. Lo ideal sería limpiarlas igualmente con un paño suave o algodón.
En cuanto a su manipulación habitual, no debemos quitarnos las gafas con una sola mano, ya que corremos el riesgo de deformar las varillas. Debemos retirar las gafas usando siempre las dos manos, y no dejarlas nunca apoyadas sobre sus lentes encima de la mesa o cualquier otra superficie, ya que podrían rayarse.
Por último, nunca debemos dejar las gafas cerca de una fuente de calor o en el interior de un automóvil a pleno sol. El calor dilatará los materiales y los deformará. En cualquier caso, las gafas siempre deben guardarse en el interior de su funda protectora.
Los dos tipos principales de lentes de contacto que se utilizan en la actualidad son las lentes blandas y las lentes rígidas permeables a los gases (RPG).
Lentes duras. Estaban fabricadas con polimetilmetacrilato (PMMA). Tenían una larga vida, y proporcionaban buena visión, pero no permitían que la córnea recibiera mucho oxígeno. La falta de oxígeno puede causar graves problemas oculares.
Lentes blandas. Las lentes de contacto blandas se fabrican con plástico hidrofílico (que atrae al agua). Absorben líquidos y se conservan húmedas, de manera que permanecen blandas y se adaptan fácilmente a la forma de la córnea. Para muchas personas es el tipo más cómodo de lentes de contacto.
Lentes rígidas RPG. Las lentes rígidas permeables al gas (RPG) se fabrican con un plástico muy duradero y ligeramente flexible que deja pasar el oxígeno a la córnea. Son más fáciles de cuidar que las lentes de contacto blandas. Tanto las lentes permeables a los gases como las blandas pueden ser bifocales o progresivas.
Antes de iniciarse la adaptación de las lentes de contacto, el óptico-optometrista deberá conocer los motivos que te llevan a querer adaptarte este tipo de lentes; es decir, lo que esperas de ellas: si realmente sólo deseas una mejora visual, un determinado impacto estético, o que te resulta un problema de ambliopía, binocularidad, etcétera. Una vez conocidas las causas que te mueven a elegir este método de compensación visual, el profesional de la visión realizará una serie de exámenes con ayuda del instrumental específico, para conocer las condiciones estructurales y funcionales de tu sistema visual en particular, así como algunos parámetros importantes del segmento anterior del ojo. Será el profesional de la visión quien:
Cuando utilices unas lentes de contacto por primera vez, sigue las recomendaciones de uso que te den tu óptico-optometrista y el fabricante de las lentes.
El deterioro de las lentes de contacto se debe, con frecuencia, a la desidia en su limpieza diaria, y es, en muchos casos, una de las causas más importantes de la aparición de problemas oculares.
Pueden contribuir al deterioro lo depósitos de de productos lagrimales (proteínas, lípidos y sales de calcio), los de grasas y cosméticos, los originados por la contaminación ambiental y por los acumulados en el propio estuche en donde se guardan, que puede contener hongos o bacterias por no limpiarlos o hacerlo de forma incorrecta.
El manejo y cuidado de las lentes es sumamente importante si se quiere evitar no sólo su deterioro prematuro, sino también toda una serie de problemas oculares.
Las lentes de contacto permeables a los gases son las que se conservan más fácilmente. Para su limpieza diaria existen en el mercado unos líquidos especiales. La operación de limpieza debe realizarse cada vez que se extraiga la lente del ojo, y antes de guardarlas en su estuche. Es aconsejable utilizar pastillas enzimáticas a intervalos regulares con objeto de evitar la acumulación de depósitos proteicos.
En el caso de lentes de contacto blandas es muy importante prestar mucha atención a las instrucciones de limpieza, ya que si no se tiene cuidado puede haber riesgos de infecciones e irritaciones que alteren la salud ocular y la capacidad para llevar de nuevo lentes de contacto.
Después de limpiar las lentes de contacto blandas sobre la palma de la mano con soluciones limpiadores, se procede a su desinfección. La desinfección química se realiza por medio de soluciones bactericidas y fungicidas especiales, o con otras más nuevas de peróxido de hidrógeno o cloro. Es imprescindible el uso de pastillas enzimáticas para evitar los depósitos muco-proteicos.
Si mantenemos y cumplimos escrupulosamente las recomendaciones de nuestro óptico-optometrista y del fabricante de las lentes acerca de la limpieza y mantenimiento de las mismas, es muy difícil que se puedan dar anomalías oculares debido a su utilización. Sólo el mal uso de las lentes, la desidia en la limpieza, la inadecuada manipulación y los frecuentes olvidos en su correcto mantenimiento pueden acarrear problemas de incomodidad, intolerancia e incluso infecciones.
Los problemas posibles son los siguientes:
Además, puedes encontrar dificultades para usar lentes de contacto si tienes:
La lentes más indicada dependerá en todo momento de las condiciones oculares y de los problemas refractivos de cada paciente: lentes permeables a los gases (RPG); esféricas para astigmatismos bajos o medios; lentes tóricas que sean permeables a los gases para astigmatismos altos; lentes tóricas blandas o lentes desechables; cualquier tipo de lente para la miopía o hipermetropía; y, por último, frente al síndrome del “ojo seco”, pueden ser aconsejables unas lentes desechables.
También, si somos miopes o hipermétropes de baja graduación, podemos utilizar la técnica de la ortoqueratología nocturna, con la utilización de lentes de contacto especiales mientras dormimos para corregir nuestro defecto refractivo y así evitar el uso de las gafas o de las lentes de contacto durante las horas del día. La adaptación de lentes para ortoqueratología nocturna deben realizarla ópticos-optometristas especializados en contactología.
La limpieza y mantenimiento de las lentes de contacto es una condición indispensable para evitar molestias severas, infecciones e intolerancia a las mismas. Pueden contribuir al deterioro los depósitos de productos lagrimales como proteínas, lípidos y gases de calcio, los de grasas y cosméticos, los originados por la contaminación ambiental y los acumulados en el propio estuche en donde se guardan , que puede contener hongos o bacterias por no limpiarlo bien o hacerlo de forma incorrecta.
El procedimiento de limpieza de las lentes de contacto tiene como objetivo fundamental la eliminación de microorganismos patógenos que pueden producir infecciones oculares, y de los depósitos que se acumulan en la superficie de las lentes.
El proceso de higiene consta de:
Humectación. Humedecer la superficie de la lente de contacto.
Limpieza. Los depósitos de proteínas pueden eliminarse de forma mecánica, o bien a través de iones o enzimas. Los agentes limpiadores enzimáticos son eficaces contra los depósitos de proteínas que pueden acumularse con el paso del tiempo y que constituyen el principal problema de las lentes de contacto blandas. Las enzimas actúan directamente sobre los depósitos de las lentes de contacto y los eliminan fácilmente. Su uso es recomendado cuando la formación de depósitos proteicos es muy importante. Por lo general se presentan en forma de pastillas, que deben utilizarse una vez por semana. Muchos de los productos más vendidos del mercado permiten la posibilidad de combinar la desinfección y la limpieza enzimática.
Los limpiadores enzimáticos líquidos son muy prácticos y fáciles de usar: se echa una gota en el estuche en el que se guardan las lentes de contacto y durante la noche ejerce su acción de eliminación de los depósitos.
Desinfección. Eliminación de los gérmenes con:
Soluciones de peróxido de hidrógeno o cloro, que destruyen bacterias y hongos en unos 30-40 minutos.
Soluciones únicas. Se trata de soluciones fáciles y prácticas de usar, ya que no es preciso que se lleve a cabo ningún proceso de neutralización. Proporcionan seguridad y eficacia, y permiten limpiar, desinfectar, aclarar, conservar y humedecer las lentes de contacto mediante el empleo de una sola botella limpiadora. Por lo general, las lentes pueden conservarse en soluciones únicas hasta un máximo de 30 días. Este tipo de soluciones suelen ser más económicas que las de peróxido.
Conservación. Almacenamiento de las lentes de contacto en su estuche correspondiente.
La ortoqueratología nocturna es una solución no quirúrgica a graduaciones bajas de miopía (hasta 6 dioptrías) e hipermetropía (hasta 4 dioptrías), con o sin astigmatismo (corregible hasta 2 dioptrías). El procedimiento se basa en la actuación de unas lentes de contacto especiales (de curvatura inversa), de alta permeabilidad (diseñadas a medida para su ojo), que moldean la córnea mientras se duerme. Al despertar, el usuario se quita las lentes y puede disfrutar durante todo el día de una visión perfecta sin necesidad de utilizar gafas o lentes de contacto.
El resultado, obviamente, sólo es temporal, ya que si dejamos de utilizar las lentes de uso nocturno, nuestra visión volverá a su estado original en unos tres días. En consecuencia, la técnica de la ortoqueratología nocturna es especialmente útil en personas que deseen eliminar sus dioptrías y no puedan ser intervenidos con cirugía refractiva por diversos motivos: por su edad, por la morfología de su ojo, etcétera.
Actualmente, la ortoqueratología se realiza con gran éxito en niños y adolescentes que, por su edad, no pueden aún ser candidatos a cirugía refractiva, y así se eliminan los problemas visuales para sus actividades lúdicas y deportivas.
Funcionalmente son iguales: ambas son fáciles de poner y de quitar.
Los cuidados de ambos tipos de lentes son idénticos: deben desinfectarse después de cada uso. El especialista en ortoqueratología le indicará todos los cuidados necesarios. Generalmente las lentes de la CRT tendrán que ser sustituidas como mínimo una vez al año, aunque un mal uso obligará a una sustitución anticipada. Es un tratamiento continuado, y si por cualquier razón, ya sea rotura, olvido o perdida, fuera interrumpido, la visión al día siguiente se deteriorará, así que es aconsejable tener una lente de repuesto.
Debemos insistir en que el procedimiento de desinfección y mantenimiento de las lentes de ortoqueratología nocturna debe ser el mismo que el llevado a cabo para las lentes de contacto normales.
La ayuda para la baja visión son instrumentos especiales empleados para aprovechar restos visuales.
En general, los pacientes que se benefician de estos instrumentos especiales son todos aquellos con agudezas visuales muy bajas, por distintos motivos, e incluyen a aquellos con daños visuales severos como hipersensibilidad a la luz intensa y a la luz brillante, visión borrosa, pérdida de la sensibilidad al contraste, dificultad para la adaptación a los cambios repentinos de luminosidad o visión reducida o nebulosa por la dispersión de la luz.
Filtros. Reductores de la luz intensa, están diseñados para permitir el contraste y reducir la luz intensa a los pacientes con moderada o extrema sensibilidad a la luz.
Cámaras de vídeo y televisión de circuito cerrado. Permiten a personas con cegueras parciales realizar gran diversidad de actividades, tanto laborales, escolares o académicas, como de la vida cotidiana (por ejemplo, leer el nombre de una calle, estudiar, escribir, coser, etcétera.)
Ordenadores. Que usan diferentes programas para agrandar letras en la pantalla y caracteres impresos.
Telescopios especiales montados en gafas. Para la visión de larga distancia.
Microscopios o lentes para leer. De esta manera las dos manos están libres para sostener libros, periódicos, documentos u otros materiales para trabajo.
Lupas y telelupas. Magnificadores manuales de la imagen.
El sol es una fuente inestimable de energía y también de salud. Sin embargo, existen varios tipos de radiación solar: visible, infrarroja y ultravioleta. Esta última tiene un pequeño componente de riesgo (la UVB) si se extralimitan las exposiciones o no se protegen de forma adecuada las zonas corporales más sensibles a sus efectos negativos: piel y ojos.
Aunque la mayoría de las radiaciones solares son eficazmente filtradas por los ojos, la exposición crónica a las mismas o, a una alta y selectiva cantidad de ellas en un corto espacio de tiempo, puede dar lugar a graves problemas oculares.
La población española en general, y sobre todo los habitantes de lugares costeros o montañosos, sufre un mayor riesgo de padecer alteraciones oculares severas, como inflamaciones agudas de la conjuntiva (conjuntivitis) y la córnea (queratitis), aparición de procesos degenerativos en la superficie ocular (pinguécula y pterigion), cataratas, retinopatías e incluso lesiones cutáneas que pueden desarrollar un cáncer en la piel de los párpados.
Además del cuidado ocular en las playas, los esquiadores deben también tener especial cuidado con el sol, ya que en la montaña, donde podemos disfrutar de unas saludables vacaciones practicando deporte, se dan todos los factores de alto riesgo para la salud ocular: en primer lugar, al estar ubicadas las estaciones de esquí en parajes de una gran altitud donde la capacidad de protección de la atmósfera es mucho menor que en zonas más bajas; en segundo lugar, el exceso de luz y la radiación reflejada por los cristales que forman la nieve son mucho mayores (la nieve refleja hasta el 80% de la radiación solar que llega a la superficie); y por último las largas exposiciones al aire libre que se dan en esta deporte aumentan también la exposición a las radiaciones.
Estas características provocan anualmente, tanto en las playas como en la montaña, un elevado número de lesiones oculares ocasionadas por la falta de prevención.
Tipos de radiación:
Es importante saber que algunos dolores intensos de cabeza, conjuntivitis y fotofobias anormales (intolerancia y temor excesivos a la luz) son producidos directamente por la utilización de gafas de sol sin ningún tipo de garantía de calidad, cuyas lentes no disponen de los filtros adecuados para evitar el paso de la radiación ultravioleta a los ojos y las distorsiones anómalas de la imagen.
Cuando los ojos están demasiado tiempo expuestos a este tipo de radiación, ésta se almacena en cierto modo en el cristalino sin que pueda eliminarse, por lo que, a la larga, pueden aparecer cataratas.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la acción de esta radiación ultravioleta en los ojos, unida al manifiesto deterioro de la capa de ozono atmosférica, dará como resultado en los próximos años un alto incremento de los casos de cataratas, factor desencadenante, a su vez, de unos veinte millones de casos de ceguera anuales, además de otras enfermedades relacionadas con nuestra salud visual y ocular como la queratoconjuntivitis actínica, las úlceras epiteliales, las degeneraciones corneales, los edemas maculares o las degeneraciones retinianas.
Debemos recordar igualmente que la mayor penetración de las radiaciones solares tiene lugar durante el mediodía, por lo que tan sólo media hora de exposición en este lapso de tiempo equivaldría a una exposición de tras horas a partir de las cinco de la tarde.
Según las estadísticas, las lentes de cerca de un 80% de los doce millones de gafas de sol vendidas en España durante el 2005 no han pasado por ningún control de calidad. Esta importante cifra ha traído consigo un aumento considerable del número de personas con problemas oculares producidos por la dispersión de los rayos ultravioleta en la nieve o en las playas y la ausencia de filtros de protección solar de buena calidad en dichas lentes.
Por todo ello, los habitantes de la mayoría de las provincias españolas (donde el sol luce durante un gran número de días al año) tienen un alto riesgo de padecer problemas oculares y visuales.
Es fundamental la utilización de lentes con filtros especiales que respondan como mínimo a dos finalidades prioritarias: impedir que lleguen al ojo las radiaciones dañinas, como el infrarrojo y el ultravioleta, y reducir la intensidad de las radiaciones visibles para evitar el deslumbramiento y proporcionar una visión nítida y confortable. Sólo las gafas de sol adquiridas en establecimientos sanitarios de óptica, bajo el consejo y la prescripción de su óptico – optometrista, podrán garantizar la calidad de los filtros y la salud visual y ocular del usuario durante su uso.
De estas radiaciones solares debe protegerse con mayor cuidado aún la población más joven y, sobre todo, los menores de 18 años, ya que es un grupo de población que todavía no ha desarrollado completamente un filtro natural amarillo en el cristalino que lo proteja de las radiaciones ultravioletas y la luz azul, causa también de algunos problemas patológicos, así como del envejecimiento prematuro de la retina.
Los ópticos-optometristas aconsejan una serie de medidas preventivas para proteger la salud ocular y visual de todos los ciudadanos frente a las radiaciones solares:
Por el bien de nuestra salud visual y ocular, nunca debemos adquirir gafas de sol, ni ningún otro producto, como gafas para visión “de cerca”, en este tipo de lugares, ya que su utilización supone un grave riesgo para la salud. Según un estudio realizado por la Federación Española de Asociaciones de Óptica (FEDAO), en España existe alrededor de un 30% de usuarios que adquieren sus gafas de sol en puestos callejeros, con los problemas oculares que su utilización pueden acarrear.
El estudio refleja unos datos alarmantes para la salud ocular y visual de los ciudadanos: casi tres millones de gafas se venden en bazares y otros comercios (un 9,4%); casi dos millones y medio en promociones de revistas y otros productos de diversa índole: cremas, cámaras fotográficas o ropa (un 8,7%); y, por último, cerca de nueve millones (un 30,8%) se distribuyen en el denominado “top manta”.
Según este trabajo de investigación, sólo el 13% de los españoles escoge los establecimientos sanitarios de óptica como el lugar idóneo para adquirir sus gafas de sol además de en otros centros de distribución, como en grandes superficies y grandes almacenes (24,3%), tiendas de complementos deportivos (3%) y establecimientos de gafas de sol (3,6%).
Analizando con detalle estos datos, además de acerca de esta distribución ilegal que no cumple ningún requisito fiscal ni sanitario, los ópticos-optometristas quieren alertar sobre la pobre calidad visual y de protección solar que ofrecen las gafas de sol comercializadas en lugares ilegales, y destacan el considerable aumento de la radiación (UV) que llega a un país tan luminoso como el nuestro.
En España aquellas gafas de sol comercializadas en bazares, mercadillos o puestos ambulantes, no han pasado ningún control de calidad, ni óptico ni sanitario, lo que puede perjudicar extraordinariamente la visión de los usuarios de estos productos, que pueden visitar consultas oftalmológicas de urgencia afectados de queratitis, queratoconjuntivitis y otras patologías más graves relacionadas con la incidencia de la radiación solar sobre las estructuras oculares, como cataratas prematuras, pinguéculas y pterigium.
El uso de gafas de sol homologadas disminuye en un 20% los problemas oculares relacionados con el sol, cuyas lesiones son irreversibles en la mayoría de los casos. Pueden llegar incluso a producir una importante reducción de la capacidad visual. En consecuencia, déjate asesorar por tu óptico-optometrista. Sus consejos, después de conocer las actividades laborales y de ocio que sueles realizar habitualmente, te servirán para hacer un buen uso de las gafas de sol y prevenir enfermedades oculares.
Es aconsejable, en primer lugar, informarse adecuadamente por los ópticos-optometristas u oftalmólogos, de cuáles son los tipos de gafas de sol más adecuados en cada caso para las actividades que se vayan a llevar a cabo con ellas.
En segundo lugar, adquirirlas siempre en establecimientos especializados que garantizan la calidad del producto:
Etiqueta: Hay que prestar a tención a la marca “CE” como estándar mínimo de calidad. Deben cumplir los requisitos europeos sobre Gafas de Sol (EN 1836:1997).
Hay que exigir que la gafa de sol tenga especificado el nº de categoría de filtro. Va de 0 a 4, en función de su capacidad de absorción de la luz.
Hay que exigir que las lentes tengan filtros para la radiación UVA (con garantía demostrable)
Montura: Es importante utilizar monturas que cubran los laterales del ojo, con el fin de que no entre la radiación solar. También hay que procurar que las gafas no sean demasiado pequeñas, ya que en ese caso no protegen los ojos, sobre todo los párpados, de la radiación nociva.
Tipo de protección: Sería recomendable que la gafa tuviera la mayor protección lateral posible.
Por lo que respecta al filtro de protección, debemos interesarnos acerca de qué tipo es el que usan nuestras gafas de sol, según nuestras actividades. El filtro solar debe protegernos completamente de la radiación ultravioleta (UV), independientemente del color del cristal, y adaptarse al uso de las gafas de sol: conducción de automóviles, esquí, vela…
Las gafas de sol no están fabricadas para proteger las estructuras oculares en la observación directa de los eclipses solares ni para broncearse con rayos UVA.
Color: No importa su color, pero son aconsejables el gris o el marrón (los que menos modifican las tonalidades).
Lentes: Son preferibles las lentes de alta calidad, ya que las de baja calidad pueden dejar pasar la radiación solar a pesar de ser muy oscuras, o deformarse y causar aberraciones ópticas.
En el caso de ser miope, hipermétrope o astígmata, hay que poner atención a la compensación óptica de las lentes en el caso de adquirir gafas de sol graduadas. La gafa de sol en la graduación adecuada es recomendable para cualquier época del año en la que disfrutemos de actividades en el exterior.
El niño cree que todas las personas que lo rodean ven igual que él. Sino ve bien, posiblemente no se quejará, ya que no sabe que tiene un problema de visión. De los padres y profesores depende el reconocer si un niño sufre algún tipo de anomalía refractiva que le impide desarrollar sus actividades escolares de una manera eficaz. Una visión defectuosa en la escuela, traerá como consecuencia, de forma indefectible, un mal rendimiento académico y, a medio y largo plazo, el fracaso escolar.
El 80% de todas nuestras percepciones nos llegan a través de nuestros ojos, por lo que es fundamental que los niños, que se encuentran en la etapa más importante de sus vidas en lo que se refiere a la adquisición de conocimientos, vean correctamente. De ahí que los ópticos-optometristas recomienden siempre a los padres que realicen al menos una revisión anual de la visión de sus hijos, y que estén atentos a posibles signos y síntomas identificativos como escozor, lagrimeo, dolores de cabeza, conducta negativa en la escuela o una mala postura del cuerpo o cabeza.
El Colegio Nacional de Ópticos-optometristas de España advierte que uno de cada cuatro niños en edad escolar sufre algún problema de visión sin diagnosticar, y que alrededor del 30% del fracaso escolar está relacionado con anomalías visuales. Para algunos de estos niños, como aquellos que tienen ambliopía, u “ojo vago”, el descubrimiento y tratamiento precoz antes de la edad escolar es de gran importancia.
Un niño que no ve bien no podrá seguir atentamente las explicaciones de los profesores en la pizarra, no podrá leer y estudiar con comodidad, rechazará constantemente el ir al colegio, se comportará de manera distraída e inconstante, le costará centrarse en las lecciones o en cualquier actividad que requiera una gran atención, no le gustará hacer los deberes, se sentirá aislado paulatinamente del resto de sus compañeros y retrasado respecto a su aprendizaje, por todo lo cual, y en consecuencia, podrá volverse introvertido e incluso desarrollar un complejo de inferioridad, absolutamente negativo para su evolución como estudiante y sobre todo como ser humano.
Muchas veces tanto padres como educadores achacamos estas actividades negativas a problemas psicosociales, de lecto-escritura (dislexia) o de hiperactividad, y lo más probable es que la causa sea sólo un problema visual sin compensar, de uno o de ambos ojos. Tanto padres como educadores debemos tomar conciencia de la necesidad de una detección precoz de las deficiencias de la visión, en beneficio de una disminución de las estadísticas que señalan cifras de bajo rendimiento escolar. Los niños deben pasar por exámenes visuales específicos con una cierta periodicidad y desde muy temprana edad.
Los estrabismos y ambliopías funcionales son los dos problemas que más requieren un especial cuidado en estas edades, y depende mucho del esfuerzo de los padres, educadores y especialistas de la visión que se reduzcan significativamente el número de casos.
Obviamente, observando y evaluando las actitudes y comportamientos de los niños. Si el niño presenta alguno de los síntomas reflejados a continuación, es posible que tenga problemas de rendimiento visual. Es adecuado un estudio de su función visual, tanto en su visión “de lejos” como “de cerca”. No hay que olvidar que es en la visión próxima donde un estudiante realiza el mayor esfuerzo durante el mayor número de horas al día.
Resolver el bajo rendimiento escolar pasa por la concienciación de los padres, profesores y especialistas en la importancia de una detección precoz. También son importantes un buen diseño de las aulas, atendiendo a consejos prácticos sobre ergonomía visual, y la visita de los niños de forma periódica al óptico-optometrista u oftalmólogo.
Síntomas:
– ¿Se le puede clasificar como inteligente pero vago?
– ¿es muy aficionado a la lectura?
Hace algunos años, la asociación de utilidad pública Campaña de Protección Ocular, hoy Visión y Vida, escogió un rotundo mensaje publicitario que todavía sigue vigente por su gran relevancia: “Al volante, la vista es la vida”. El objetivo de la asociación era mentalizar a todos los conductores de la importancia de una buena visión para reducir el número de accidentes,, y aún hoy el 90% de las decisiones y de las actividades necesarias para la conducción de un vehículo dependen de una óptima salud visual.
La visión del ser humano está perfectamente adaptada al movimiento; cuando andamos o corremos nuestros ojos pueden percibir el entorno de manera clara y eficaz gracias a esta visión dinámica; sin embargo, con la aparición del automóvil, la visión dinámica se ve obligada a adaptarse a un entorno que cambia rápidamente como consecuencia de la elevada velocidad. Si a esta particularidad añadimos la presencia de un problema visual no compensado, las consecuencias pueden ser desastrosas.
Según los resultados obtenidos del estudio VEA (estudio de la visión en España), que han quedado reflejados en el Libro Blanco de la Visión en España, un 25.7% de los españoles entre los 18 y los 30 años nunca se ha hecho un examen visual, y existen factores visuales que resultan fundamentales durante la conducción, como la agudeza visual, la visión estereoscópica (en tres dimensiones), un buen campo visual (amplitud de visión lateral), la resistencia al deslumbramiento y, muy especialmente, la adaptación de nuestros ojos a la oscuridad.
Antes deponernos en carretera, debemos pensar en nuestra seguridad, y además de hacer una revisión completa a nuestro automóvil, es muy conveniente que los ópticos-optometristas u oftalmólogos examinen nuestra salud visual.
- Aprender a ver las zonas laterales:
Es necesario, por lo tanto, entrenar nuestro campo visual para percibir al mismo tiempo todo movimiento o todo suceso que se produzca en el conjunto de nuestro ámbito de influencia mientras conducimos.
No olvidemos que con la fatiga, la somnolencia, el alcohol y el tabaco, se estrecha el campo de visión y disminuye la sensibilidad a los desplazamientos, así como las facultades de apreciación de las distancias y de la velocidad.
- Aprender a ver “rápido” mientras circulamos a gran velocidad:
- Aprender a ver los obstáculos o riesgos cercanos a nuestro vehículo:
- Aprender a ver de noche:
- Aprender a ver de lejos mientras se circula con rapidez.
¿Sabías que las personas que trabajan con ordenadores ejecutan cada día entre 12.000 y 35.000 movimientos de cabeza y ojos, sus pupilas reaccionan entre 5.000 y 17.000 veces, y llevan a cabo entre 25.000 y 30.000 pulsaciones en el teclado?
Según los expertos, el uso excesivo de videoterminales de ordenador puede provocar el denominado síndrome Visual Informático, molestias relacionadas sobre todo con la visión, los músculos verticales, muñecas, estrés e irritabilidad.
Aunque estas anomalías son en la mayoría de las ocasiones subsanables y transitorias, es bien sabido que son, sin embargo, causa de un gran porcentaje de bajas laborables y de reducción en el rendimiento. Son trastornos derivados de trabajar con el ordenador, pero no motivados por él. Es decir, el ordenador no suele causar estos problemas: el origen de los mismos se encuentra en un abuso o mal uso del aparato.
Prevenir estos problemas es muy sencillo: basta con seguir los consejos de ergonomía visual que encontrarás a continuación en la ilustración. Al trabajar con pantallas de forma prolongada y habitual, algunas deficiencias oculares sin importancia se pueden convertir en lesiones más o menos graves. Por ello, la primera recomendación a la hora de trabajar con ordenadores es someterse a una revisión optométrica y oftalmológica. Algunas veces se llega a la consulta del especialista con un trastorno visual que se atribuye al uso del ordenador, cuando lo que existís era un problema de base sin tratar que se manifestó tras muchas horas frente a la pantalla.
Pausas y ejercicios. Descansos de 5 minutos cada hora. Durante estas pausas hay que descansar los ojos, enfocando escenas lejanas. Se puede simplemente cerrar los ojos con la ayuda de las palmas de las manos, pero sin presionar. Otro ejercicio muy efectivo es el de sentarse correctamente y mirar al frente. Después, sin mover la cabeza, desviar la mirada todo lo posible hacia la izquierda, y luego a la derecha.
Ubicación. Sitúa la pantalla a una distancia entre 50 y 60 centímetros. Nunca a menos de 40 centímetros.
La parte superior de la pantalla debe estar a una altura similar a la de los ojos, o ligeramente más baja. El monitor se sitúa así en la zona óptima de visión, comprendida entre los 5 y los 35 grados por debajo de la horizontal visual, en la cual todo se contempla sin ningún esfuerzo. De esta forma, la vista no se resiente y se evitan posturas lesivas.
La pantalla ha de colocarse perpendicularmente a las ventanas. Nunca enfrente o de espaldas a ellas. En el primer caso, al levantar la vista, se pueden producir deslumbramientos. En el segundo, los reflejos de la luz natural sobre el cristal son inevitables.
Atril. También en conveniente usar un atril para los documentos, colocándolos a una distancia equivalente a la de la pantalla, y a su misma altura. De esta forma no se baja y se sube constantemente la cabeza para mirar, y se reduce la fatiga visual.
Imagen. La imagen de la pantalla ha de ser estable, sin destellos, reflejos, centelleos ni reverberaciones.
Colores. Los colores de la pantalla han de ser claros y mates. Así se evitan reflejos.
Caracteres. Los caracteres tienen que estar bien definidos, con un buen nivel de contraste con respecto al fondo, de tamaño suficiente y con un espacio adecuado entre los renglones. Esto facilita la legibilidad. Es preferible trabajar con estas características y modificarlas, si se desea, en el momento de la impresión.
Trabaja con texto negro sobre fondo blanco. Debes procurar no abusar de los colores.
Pantalla. La pantalla debe ser orientable a voluntad, con el fin de acomodarla a las posturas que se adopten, y para optimizar los ángulos de visión, así como evitar reflejos. Debe ser también regulable en cuanto a brillo y contraste, para adaptar éstos a las condiciones del entorno. Además, los mandos, interruptores y botones deben ser fácilmente accesibles, con el fin de que permitan una sencilla manipulación.
Procura que la pantalla este siempre limpia. Las huellas y demás suciedades también provocan reflejos.
La radiación que emitan en la actualidad las pantallas de ordenador es mínima, y no supone ningún peligro. Sin embargo, los campos electrostáticos atraen el polvo, lo que puede afectar a las vías respiratorias e irritar los ojos. Esto puede evitarse con un grado adecuado de humedad en el ambiente.
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